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Ni roto, ni quebrado. Transformado.

Actualizado: 23 ene. 2023

“No trates de repararme. No estoy roto.”

— Ben Moody*

Foto de Hannah Gibbs para Unsplash

El quebranto físico o emocional es siempre una marca indeleble en la existencia de un ser humano. No hay atajo ni rodeo valedero cuando la ruptura llega, que no sea atravesar el dolor y proponerse, con determinación, a iniciar el proceso de reconstrucción..

Sufrir no es romántico. Es doloroso.

Más allá de los pesares y aflicciones que estos quebrantos provocan, he notado que, en muchas ocasiones, se intenta romantizar el sufrimiento. Es casi como si la angustia brindara cierto “estatus” de sabiduría, o como si fuésemos mejores seres humanos por el mero hecho de haber atravesado por este o aquel calvario. No dejo de reconocer la verdad, experimentada en carne propia, de que los golpes, los fracasos y las pérdidas nos ayudan a crecer y que, tras dejarlas atrás, emergemos más sabios y más fuertes. Sin embargo, esta idealización del sufrimiento del que hablo puede tornarse peligrosa. Para muchos, el regodearse en el dolor se convierte en un mecanismo de defensa, cuando no en un estilo de vida. El dolor es un maestro intolerante y un mensajero preciso, y hasta hay quienes han logrado transformarlo en una herramienta clave para su crecimiento humano. Esto no significa, sin embargo, que debería convertirse en un compañero constante, al menos mientras nos sea posible evitarlo. Ya sea físico o emocional, el buscar y atender sus causas y orígenes, debe ser prioritario en nuestras vidas. Al final del día, lo que importa es no aceptar las grietas como irreparables.

Justo es agregar que esto también puede verse afectado adversamente no sólo por nuestras propias ideas equivocadas, sino por la prédica de terceros.

Tal como mencioné anteriormente, ese intento de romantizar el sufrimiento parecería estar flotando en el ambiente. Se me ocurre que, entre otras causas, el cine, la música, y los omnipresentes medios sociales se reparten los méritos a la hora de vender al dolor como la mejor de las maneras para crecer. Más que eso, muchas veces tengo la impresión de que se le identifica como la única forma de hacerlo. Y reitero lo expresado anteriormente: el dolor nos fortalece siempre y cuando sepamos procesarlo y manejarlo.

Ahora bien… una vez quebrados, la recuperación debe ser en pos de dejar de estarlo. Por eso se llama “recuperación”. Es preocupante el escuchar a personas que se declaran “quebradas” o “rotas”, aún años después de haber superado un quebranto en su salud física, mental o emocional. Y no es que esté menospreciando su sufrimiento, ni minimizando su dolor. En absoluto. Es que llevar esa etiqueta en nuestra frente nos predispone de una manera negativa ante la vida y sus desafíos, como si estuviésemos comenzando en desventaja, sea la situación que fuese. La depresión, unida a esta visión dañada de nuestro yo, puede convertirse en una combinación explosiva. Además, aún en desventaja, debemos atacar con convicción.

El dolor no necesita de nuestro permiso para afectarnos, ni la depresión de nuestra anuencia para enviarnos al piso de un solo golpe. ¿Por qué, entonces, facilitarles las cosas? ¿Para qué darles una ventaja que, sin duda, aprovecharán?

Ni roto ni quebrantado

Reconstruido, sí. Transformado, definitivamente. Hay quienes piensan que no es bueno reconstruir, sino abandonar los pedazos que quedan luego del quebranto, y empezar a edificar un nuevo yo, desde cero. Personalmente, entiendo que hay piezas que sí deben conservarse porque son base de nuestra esencia. De lo mejor de nuestra esencia. Pero la supervivencia va mucho más allá de la semántica y de las metáforas, y cada uno sabrá cómo traducir sus propias experiencias y reacciones. A lo que voy es a que todo deterioro, pérdida o ruina experimentada en nuestro ayer, no debería transformarse en un sello indeleble y constante en nuestra piel. Un sello es diferente a una cicatriz. Siempre me ha parecido que las cicatrices son positivas, ya que nos recuerdan no sólo qué nos sucedió, sino cómo salimos de esa situación. Son marcas para recordar batallas pasadas, y celebrar ya sea el haber vencido, o el haber sobrevivido al golpe de la derrota. Esa es para mí la diferencia principal con el “sello” de la fragilidad y del quebranto. Mientras unas nos hacen celebrar el aún seguir en la brega, el otro sigue transportando el dolor y el trauma del pasado a nuestro hoy. Así es como he aprendido a interpretarlo, ciertamente con mucho trabajo de por medio.

No borraría una cicatriz de mi piel, per sí tiraría abajo una pared agrietada para volver a levantarla.

Imagínate una espada terminada, perfecta y magnífica. Sin fisuras, ni grietas, ni torsiones caprichosas en su afilada hoja. ¿Cuántos golpes le fueron asestados y cuántas fracturas desaparecieron bajo el calor del fuego abrasador? Una hoja defectuosa se fracturará tarde o temprano. La razón por la cual esto no sucede, es porque esos defectos, esas fracturas, han desaparecido. Existieron, pero ya no más. La pieza final es perfecta en forma y esencia, más allá de haber sido no más que un montón de metal defectuoso y falto de trabajo. ¿Por qué no podemos mirarnos a nosotros de la misma manera?

No aceptes etiquetas

Un diagnóstico médico que establece tu imposibilidad de realizar determinada actividad de por vida. Un examen perdido por enésima vez que parece gritarte que esa carrera “no es para ti”. Una relación sentimental que te hace pensar en tu imposibilidad de amar o ser amado. Hay muchas sentencias finales en esta vida. Demasiados resultados contrarios e invitaciones a capitular.

No lo permitas. No cedas.

Si se trata de un diagnóstico médico, investiga, busca, solicita una segunda opinión. Si la prueba parece insalvable, busca tus puntos flacos en los detalles, emula a quienes han sido exitosos, y vuelve a intentarlo una vez más. Si una desilusión romántica te hizo dudar de tu capacidad de sentirte apreciado y ser especial para alguien más, abandona la prisa, aprende de tus errores y espera. Ese alguien ya llegará y, mientras no lo haga, trabaja con más esmero en aprender a apreciarte a ti mismo.

No aceptes etiquetas. No permitas que te roben tu esencia.

No dejes que te digan quién eres, o quién deberías ser. Esa es tu responsabilidad, y también tu regalo. Recuerda que evitar los golpes y las caídas no siempre está bajo nuestro control. El cómo responder, por lo contrario, suele ser responsabilidad propia.

Dice Robert Frost en su poema “Servant of Servants” que “la mejor salida es siempre a través”. Suena bonito e inspirador, pero llevarlo a cabo está lejos de ser un picnic.

Aunque claro está… eso no es excusa.

* Benjamin Robert Moody II es un músico, compositor y productor discográfico estadounidense. Es mejor conocido como cofundador, guitarrista principal y coautor de la banda de rock Evanescence.

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Hola. Gracias por tu visita.

Espero que esta publicación te sea de ayuda e inspiración.

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