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Súper medicina

Actualizado: 16 feb 2022

“¿Qué sucedería si te dijera que hay algo que puedes hacer ahora mismo que tendría un beneficio positivo inmediato para tu cerebro, incluido tu estado de ánimo y tu concentración? ¿Y si te dijera que estos efectos podrían durar mucho tiempo, además de proteger tu cerebro de enfermedades tales como la depresión, el Alzheimer y la demencia? ¿Lo harías?"

Dr. Wendy A. Suzuki*

En su charla TEDx denominada “The Exercise Happiness Paradox” (o “La Paradoja de la Felicidad del Ejercicio”), Chris Wharton** declara: “Si el ejercicio fuera una píldora, superaría a cualquier otro medicamento conocido para mejorar los estándares generales de salud. Si fuera una droga, sería la medicina más recetada y más valiosa del planeta.”

Interesante, impactante y verdadero.

En la tercera publicación de este blog, titulada Más fuertes que antes, intenté establecer, –espero que con algún de éxito–, la enorme importancia y trascendencia que la actividad física regular ejerce sobre nuestras vidas. En ella, no sólo compartí datos científicos sino que, de igual manera, me atreví a cruzar el umbral de la antipatía al afirmar que el no tener el ejercicio como prioridad era una equivocación. Recuerdo mencionar que “ejercitarse no necesita convertirse en una prioridad. ¡Ya lo es!” Y aunque en la enorme mayoría de los casos nunca pueda saber si mis palabras dieron fruto o cayeron en saco roto, conservo la esperanza de que lo primero haya prevalecido sobre lo segundo.

El poder transformador del ejercicio

Periódicamente me envuelvo en largas búsquedas de información relacionada a los beneficios de la actividad física consistente, así como a los perjuicios que su ausencia acarrea.

Cuanto más descubro y más aprendo, más difícil se me hace entender por qué esta actividad no se encuentra entre las principales prioridades de los seres humanos.

En palabras de la neuróloga Wendy Suzuki*, “Hacer ejercicio podría ser lo más transformador que puedes hacer por tu cerebro hoy: aumento de los niveles de neurotransmisores como la dopamina y la norepinefrina (responsables de regular el estado de ánimo), la serotonina (la misma hormona tratada por los antidepresivos) y las endorfinas (responsables de aliviar el dolor y el estrés), son sólo alguno de sus efectos inmediatos.”

Me resultó asombroso saber que el ejercicio a largo plazo modifica, literalmente, la anatomía, la fisiología y la función del cerebro. Mejora la memoria a largo plazo y produce nuevas células cerebrales en el hipocampo, aumentando su volumen.

Todo esto no es mera palabrería, ni cálculos optimistas, ni engaños para vender un producto. No. Son hechos científicos, comprobados y estudiados durante largos años por ejércitos de especialistas dedicados a descubrir las llaves de una vida no sólo más extensa, sino más saludable y productiva.

¿Pero por qué, si tan maravillosos son los efectos del ejercicio, no nos decidimos a integrarlo a nuestra rutina diaria? Indudablemente, enfocarse en encontrar una respuesta única sería una táctica errónea ya que, como tantas cosas en la vida, ni las respuestas suelen ser únicas, ni las razones caminan solas. Sin embargo, recientemente, he tenido la oportunidad de escuchar algunos puntos de vista desde perspectivas que no había considerado antes.

Sentimientos vs imagen

Volviendo a la charla de Chris Wharton, uno de los pensamientos que más impacto me causó fue aquel en el que explicó cómo es que, la gran mayoría de las veces, nos planteamos preguntas del tipo:

  • ¿Cómo puedo bajar de peso?

  • ¿Cuál es el mejor programa de ejercicios para bajar de peso?

  • ¿Cómo obtengo un “six pack” en mi abdomen?

  • ¿Qué debo hacer para tonificar mis brazos?

  • ¿Cómo hago para que eliminar la grasa de mi abdomen?

  • ¿Cuánto tiempo me llevará perder 10 libras/kilos?

Concuerdo con su conclusión: Ninguna de estas preguntas tiene nada que ver con la forma en la que nos sentimos, pero sí con la forma en la que nos vemos”.

Ahora bien, ¿cuál es la relación entre este enfoque de lo que es y para qué sirve el ejercicio, y la consecuencia de no practicarlo?

Aclarando una vez más que no soy sicólogo ni terapeuta, entiendo que enfrascarse en esfuerzos y sacrificios por las motivaciones equivocadas, no conduce a la meta deseada. Parecería ser que la mayoría de quienes se enfrascan, súbitamente, en un riguroso plan de ejercicio, acompañándolo de una dieta sumamente estricta, encuentran su motivación en “verse mejor”, en mostrar una apariencia diferente, pero no consideran enfocarse en cómo se sienten, en cómo se aceptan y en lo que realmente les interesa a aquellos que les aman y se preocupan por ellos. Nuestra familia y amigos quieren vernos fuertes, sanos, ágiles y, sobre todo, presentes. Un físico de dios griego no les hará más felices ni les ofrecerá tranquilidad.

Verte saludable, sí.

De manera que si tu gran meta es un abdomen esculpido, es probable que, aún obteniéndolo, no logres sentirte como esperas.

Es necesario enamorarnos, esencialmente, de la manera en la que nos sentimos, y no de la manera en la que nos vemos.

Y no… no tengo nada contra un físico esbelto. Todo lo contrario. Es sólo que, en mi experiencia de vida, la forma en la que me veo es un beneficio secundario. Mi rutina de ejercicio libera mi mente, me quita el estrés, me hace sentir vivo y me ayuda a probarme, día a día, que puedo vencer mi mediocridad, mi cansancio, mi pereza, mis temores y barreras.

Si lográramos, entonces, modificar el enfoque o la razón por la cual decidirnos a implementar, consistentemente, una rutina de ejercicio, quizás podríamos caminar, con la misma consistencia, hacia la meta trazada.

¿Por qué no?

Más allá de motivaciones y razones, ¿por qué resignarse a dejar que el tiempo doblegue nuestro físico sin ofrecer resistencia alguna? ¿Cuál es el sentido de permitir nuestro debilitamiento progresivo y constante, día tras día? ¿Te has puesto a pensar, realmente, en que mañana serás menos fuerte y ágil que hoy? Me dirás que eso no es así, y que la diferencia sería imperceptible, pero ¿y eso qué modifica? Muchos imperceptibles forman, eventualmente, algo notorio y, con el paso de los años, más envejecemos y más nos debilitamos. Esta aseveración es una realidad, tan dolorosa como indiscutible.

¿Es eso lo que quieres para tu vida? ¿Te sientes bien contigo mismo al saber que ya tu versión de hoy no regresará? ¿No te incomoda el dejar, día tras día, una mejor versión de ti? ¿Por qué no construir una más saludable de tu físico y mente, no sólo por ti, sino por quienes tanto te aman y necesitan?

¿Por qué?

Muchas veces, en el pasado, me he preguntado si sería justo para quienes me aman el no tomar adecuado cuidado de mi bienestar. Y tú, ¿te lo has preguntado? ¿Acaso no desearías sentirte más ágil y fuerte para poder corretear con tus hijos o nietos, sin tener que detenerte por falta de aire?

¿Golpe bajo? Quizás, pero no me disculparé por eso.

Sé que para muchos esto sonará tremendista y exagerado y, más aún, posiblemente a este mensaje —y a mí–, se nos tildará de negativos. Mi pregunta es, ¿tiene que ser así? ¿Es inevitable esta negatividad?

No. No lo es.

El cambio, el poder, las posibilidades de torcer el rumbo están en tus manos, tal cual lo mencioné al comienzo de esta publicación. La “super medicina” existe, es real, y no necesitas dinero para obtenerla. Prácticamente no necesitas nada más que dedicarle tu tiempo… y voluntad.

El ejercicio te protege

¿Qué harías si te dijera que hay una píldora que puede, inmediatamente, mejorar la forma en la que te sientes?

¿La tomarías?

¿Qué harías si te contara que en tus manos tienes las llaves de una mejor versión de vida, y lo único que necesitas hacer para alcanzarla es seguir tomando esa píldora?

¿Lo harías?

Concéntrate en metas alcanzables, y victorias pequeñas. Cuando nos acostumbramos a ganar, no dejamos de movernos hacia adelante.

El éxito es contagioso. El éxito provoca más éxito.

Concéntrate en cómo te quieres sentir, y no tanto en cómo quieres verte.

La posibilidad es real.

La responsabilidad, es tuya.

¡Empieza ya!

* Dr. Wendy A Suzuki es una profesora de neurociencia en el Centro de Ciencias Neuronales de la Universidad de Nueva York, además de una reconocida comunicadora de datos científicos.

** Chris Wharton es uno de los expertos en salud y bienestar más experimentados del Reino Unido, con más de 15 años en la industria como entrenador personal, propietario de un gimnasio y autor.

Comentários


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Hola. Gracias por tu visita.

Espero que esta publicación te sea de ayuda e inspiración.

Si deseas dejar un comentario, ¡adelante!

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